Transición energética en el transporte de mercancías

¿Quién pagará la transición energética en el transporte de mercancías?

Se han fijado objetivos de descarbonización en el sector del transporte de mercancías, pero falta una visión estratégica para aplicar medidas que apoyen a las empresas a alcanzar estos objetivos.

Todos lo sabemos ya: Europa se mueve a dos velocidades. Por un lado, los países ricos, que están acelerando fuertemente la transición energética de los distintos sectores. Por otro, los países más pobres, donde, desgraciadamente, se incluye Portugal, que mantiene un discurso alineado con el centro y el norte de Europa, pero una acción política muy alejada de la satisfacción de las necesidades reales del tejido empresarial.

En el sector del transporte de mercancías – vital a muchos niveles, social y económico – esto es demasiado evidente. Se definen objetivos para la descarbonización de la actividad, pero falta una visión estratégica para poner en marcha medidas de apoyo a las empresas, a las que les resultará muy difícil -por no decir imposible- realizar, por sí solas, las inversiones necesarias para la transformación de la flota que permita la transición de los combustibles fósiles a los biocombustibles o que incluya el uso de camiones 100% eléctricos en el transporte internacional. Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator

El discurso es sobre el futuro. La acción es de aquellos que parecen no entender la realidad. Y en un momento en que las inversiones en este sector son urgentes, las inversiones anunciadas (10.000 millones de euros), y ya en curso, en el ferrocarril para el transporte de mercancías muestran una contradicción en la estrategia que debe aplicarse urgentemente. En un país tan pequeño como el nuestro, la conexión -y la entrada- a España debe estar siempre asegurada hasta la última milla, con medios alternativos y cada vez más respetuosos con el medio ambiente. Por lo tanto, la pregunta sigue siendo: ¿por qué cargar aún más a los portugueses con inversiones megalómanas que son aún menos eficaces en los tiempos actuales? Es importante tener en cuenta que el transporte ferroviario tiene una gran dependencia energética, que representa más del 30% de la estructura de costes. Con los precios de la energía en constante aumento, y la guerra en Ucrania incrementando aún más la incertidumbre en torno a nuestra dependencia energética, ¿es este el camino que necesita el país?

Y, en un momento en el que Portugal se prepara para recibir un paquete de 58.000 millones de euros de fondos comunitarios a ejecutar hasta 2030, empezamos a darnos cuenta de que la mayor tajada de esta cantidad irá a parar a la máquina del Estado y que la capacidad de ejecución de la cantidad restante puede no estar aún salvaguardada. Esto significa que el país puede perder la mayor y quizás última gran oportunidad de hacer una apuesta clara por apoyar a las empresas y hacer una inversión directa y asertiva en su capacidad productiva, en la generación de riqueza, la creación de empleo y el establecimiento de valor añadido.

No hay más que seguir mirando los Presupuestos del Estado para entender la falta de voluntad de alinear el discurso del tejido empresarial, que quiere ser competitivo, con la realidad del Estado, que exige cada vez más a las empresas y a las familias y que se apoya en los impuestos del trabajo y de las empresas para financiar una maquinaria cada vez más pesada y menos eficiente. Y con ello, seguir alimentando en la esfera pública a las empresas que registran sucesivas pérdidas, sin que esto parezca siquiera un problema.

Fuente: Diario Observador

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